Y pensar que estoy viviendo el último cuarto de mi vida, porque si digo tercio es mucho.
Con alegrías inmensas por lo que he sido, lo que he hecho y lo que me falta por hacer.
Pero también con penas grandes, por lo que me hicieron en este caminar, por lo que me siguen haciendo y lo que me falta recibir.
Pero a pesar de todo lo bueno y todo lo malo, aquí estoy, de pie como un árbol, a quién le arrancan las ramas a jirones, pero con raíces solidas y fuerte que me mantienen erguida. He dado buena sombra a muchos, buenos frutos, he cobijado pájaros errantes y anidado más de una vez, pero claro; han pasado muchos otoños y ya las hojas no son tan brillantes y tan firmes.
Los inviernos han vuelto quebradizas mis ramas y busco ufanamente que los vientos no me venzan, pero cada ves, veo más lejanas mis primavera. Quisiera ver los renuevos eternamente, más solo me queda… esperar… soñar… pensar, de manera, que cuando llegue el hachazo final… logre por fin… descansar.